Me
despierto por la mañana con el regusto que te dejan las promesas incumplidas.
El aliento me huele a corazón roto y aunque me cepillo los dientes tres veces,
no se va. Hoy he soñado con increíbles lagos de zumo de arándanos, con fresas
bañadas en nata, con pastelillos de limón y un castillo tan grande que podrías
perderte en él y que no te encontraran jamás. Pero siempre había alguien a mi
lado. No podía verle la cara, pero en mi sueño se arriesgaba para salvarme.
Plantaba cara a los cocineros, que no estaban muy de acuerdo con que hurtáramos
la comida del banquete, con los guardias, que decían que la sala del trono era
solo para el rey, con los granujas que nos seguían para meterse debajo de mi
falda, porque no le parecía correcto que anduvieran husmeando entre mis
piernas. Peleó con todos y cada uno de ellos y solo para mí. Lástima que no
llegase a descubrir quién era. En cualquier caso, no me he despertado con el
sabor que dejan las fresas en la boca, o incluso la nata. Me he quedado con la
esencia de un beso robado que jamás fue devuelto, o de todos esos que se
quedaron sin dar. Con el de las promesas cuando fallan y las lágrimas saladas
que llegan a la comisura de los labios.
Lástima que te despertaras con las ausencias de ese que quizás estará algún día.
ResponderEliminarAunque creeme que estoy convencida que llegará el día en que no necesitarás que te defiendan, pues creo que eres valiente y tendrás la fortaleza suficiente para ser tu la que le des poder al León, y su presencia será por que tú lo deseas.
esos sueños que necesitan terminar con el continuará en una esquina :)
ResponderEliminar