Juniper no podía dejar de mirarlo. Era locura, pasión,
deseo, y por encima de todo, era amor. Amaba su cuerpo, su voz, la manera en que
esos dedos caían sobre su piel, el espacio debajo de la clavícula donde su mejilla
se acomodaba a la perfección mientras dormían. Amaba ver en su cara todos los lugares
donde había estado. Amaba no tener necesidad de preguntarle qué sentía, que las
palabras fueran innecesarias.
Las horas distantes, Kate Morton.
Me encanta Kate Morton y sus novelas. Fantásticas!!!!!!
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